El culto a Santa Rosa de Lima estuvo muy difundido en los años de la colonia en todas las clases sociales; y a las celebraciones en su honor concurrían desde encumbrados personajes encabezados por el virrey hasta los más humildes moradores de la Capital.
Fue muy grande la veneración con que se conservaron los lugares en que la Santa había vivido casi toda su existencia, en una casa contigua al Hospital del Espíritu Santo, que estaba dedicada a dar asistencia a los marineros.
En la República llegó a echarse casi al olvido el culto a la Santa limeña, quizá un poco por la reacción que en muchos sentidos se suscitó contra lo que representaba el espíritu colonial.
Como consecuencia, los lugares que habían sido objeto de especial veneración quedaron notoriamente descuidados y pos- teriomente se fueron introduciendo en ellos reformas que los transformaron tanto que en la actualidad han cambiado completamente la fisonomía que tuvieron en su origen.
La activa campaña que llevó a cabo el Comité Pro-Basílica de Santa Rosa, bajo la presidencia de la señora Anita Fernandini de Naranjo despertó nuevamente