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Para visitar esa península rocosa y desértica, de inmensos farallones y numerosas playas frente al mar, hay diversos circui­tos -trochas y huellas- para reco­rrerla en caminatas o en vehícu­los de doble tracción, de prefe­rencia. Numerosas familias y grupos de amigos organizan cam­pamentos y almuerzos campes­tres en estos lugares bellísimos.

El que podría llamarse el pri­mer circuito se inicia en el bal­neario de Paracas, viajando hacia el Sur. Después de recorrer 3   Kms. de la carretera pavimen­tada que conduce al Puerto San Martín, se llega al Museo de Sitio Julio C. Tello.  Más allá de Punta Peje­rrey, se puede llegar hasta el célebre y misterioso “Candela­bro”, ubicado unos 2 Kms. de distancia.

Museo de Sitio Julio C. Tello

Hay otro circuito que va hacia el Sur de la península, a un encantador y fresco lugar, lleno de palmeras, denominado Lagu- nillas. Pasando el Museo de Sitio se abandona la carretera asfal­tada y se toma un camino afir­mado de 6 Kms. que conduce a la ensenada de Lagunillas. Hay encantadoras playas de arena fina y azules aguas tranquilas. Existen puestos de pescadores y sencillos restaurantes.

En el Islote El Arquillo por lo general sólo se encuentran ejem­plares del lobo fino, siendo al mismo tiempo el lugar de mayor concentración de esta especie dentro de la Reserva con un número aproximado, con fluc­tuaciones anuales, de 1,300 indi­viduos.

Por su parte, Punta Quemada es la lobería casi exclusiva de los lobos chuscos, con una población cercana a los 1,600 ejemplares.

El islote El Arquillo se en­cuentra al pie de la punta y acan­tilado del mismo nombre en la península de Paracas; y Punta Quemada está en el límite Sur de la Reserva.

Con el número existente de lo­bos se considera técnicamente que no es posible fomentar su  explotación, pero en todo caso en el territorio de la Reserva no se practicará, por algunos años, ningún tipo de manejo de estas poblaciones, favoreciéndose su recuperación.

Los lobos marinos tienen un aspecto muy parecido al de la foca, pero con orejas de gran tamaño. Tienen las patas ante­riores en forma de aletas triangu­lares, y las posteriores como pies palmípedos. No obstante su cos­tumbre de pasar gran parte de su vida en las playas, el lobo de mar se mueve torpemente fuera del mar, dando lugar a grandes y feroces carnicerías por los busca­dores de su cuero.

Los lobos marinos tienen un aspecto muy parecido al de la foca

Los lobos marinos tienen un aspecto muy parecido al de la foca

Camina a cuatro patas, y trepa con agilidad por las rocas empi­nadas de las islas.

Generalmente se les ve en manadas, en las que los machos reservan para sí parte de la playa y se rodean de un número de hembras. Los machos jóvenes, en cambio, se establecen aparte, asechando que los machos enve­jezcan o se descuiden.

Al lobo ordinario se le deno­mina “león” porque tienen el cuerpo revestido de un pelo corto y fuerte.

El cuero de los lobos es muy apreciado por las curtiembres para la fabricación de calzado y abrigos impermeables.

Asimismo, una vez despojado de su cuero, el animal brinda su grasa para la obtención de aceite, que tiene gran demanda en el mercado internacional.

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